Desde finales de junio se viene observando un incremento de los casos de covid-19. Se ha pasado de 30/100.000 a finales de junio hasta 137,3/100.000 en la semana del 28 de agosto y 3 de septiembre, según la información del Centro Nacional de Epidemiología.
Aumentaron las ventas de test de diagnostico del 500 por ciento con respecto a los últimos meses. De hecho, en septiembre se han vendido más de 500.000 unidades, aunque no se puede comparar con los cuatro millones del año anterior o los nueve del primer brote.
El positivo se presenta con más frecuencia en niños < 4 años y adultos de >60 años, respondiendo especialmente a variantes del Omicron XBB 1.5 y mutaciones F4456L, que incluye sublinajes EG 5 y EG 5.1, conocidos como ERIS, y se manifiestan como un catarro común y cansancio.
Las tasas de ingresos hospitalarios son estables: sobre 2,9-3,5 casos por 100.000, con más frecuencia en pacientes de >79 años. Actualmente hay una mutación muy estudiada por la OMS, variante de la Omicron, XBB. 1.16, conocida como Arcturus, y que se manifiesta por fiebre muy alta, conjuntivitis grave y tos persistentes. Esto es importante saberlo para descartar procesos alérgicos u otros virus.
¿Por qué se produce?
Todos estos cambios están asociados a nuestros comportamientos e interacciones sociales en la comunidad. Cada vez tenemos más reuniones con personas con las que no convivimos de forma ordinaria, especialmente en el verano en la playa. Por eso todos los años tras el veraneo hemos tenido un rebrote en septiembre, coincidiendo con la apertura de las clases.
Este virus, probablemente manipulado, no es estacional y no se ha ido nunca, mutando continuamente. Por ello el Ministerio de Sanidad está estudiando nuevas vacunaciones especialmente dirigidas a estas variantes. La Agencia Europea del Medicamento ha aprobado una vacuna monovalente de Pfizer adaptada a estas variantes, y queda pendiente su valoración en España. La vuelta al uso de la mascarilla en centros hospitalarios, centros de salud, clínicas, tercera edad, grandes centros institucionales o comerciales y con personas inmunodeprimidas siguen teniendo una gran importancia en su prevención.
Addendum: ¿Hepatitis asociada a covid o vacunas anti-covid?
Los estudios de la literatura notifican que el virus causante de la covid-19 no causa directamente daño al hígado. Sin embargo, los pacientes con hepatopatías relacionadas con el alcohol o por hepatitis B constituyen un factor importante de mal pronóstico si desarrollan la infección viral. Por otra parte, las hepatopatías con depósito de grasa (Esteatosis hepática) no influyen en su peor evolución. De igual forma las hepatopatías crónicas no aumentan el riesgo de infección por covid-19 asociándose su pronóstico a la situación de gravedad de su hepatopatía.
Chew et al evaluó a 834 pacientes hospitalizados con covid-19 y encontró afectación hepática en el 12,6%, lo que se relaciona en muchos casos con determinados tratamientos anti-covid. Esta afectación hepática en el 8% puede producir alteraciones biliares por el mayor tropismo del virus a esta área.
Por otra parte, diversos virus pueden causar hepatitis autoinmune; sin embargo, aunque esta situación no se ha observado en los pacientes con covid, algunos autores exponen que puede desarrollarla. En una publicación muy reciente han notificado 27 casos de hepatitis autoinmune en personas que han recibido vacunación anti-covid. Se trata especialmente de personas de >70 años y tras la segunda dosis, con lo cual podemos valorarlo como origen multifactorial (enfermedades de base crónicas, otros tratamientos, etc) y además siempre responden a tratamiento con corticoides sistémicos.
En resumen, podemos decir que el virus SAR-CoV, causante de la covid-19, no produce directamente lesiones hepáticas y solo las hepatopatías alcohólicas o por el virus B empeoran significativamente los pacientes con COVID. La hepatitis autoinmune reseñada tras vacunas anti-covid no tiene claramente demostrada su relación causa/efecto y además tiene un tratamiento con alta eficacia en su resolución.